El papel de los medios en la burbuja inmobiliaria…de Irlanda

Julien Mercille, de la Universidad de Dublín, investiga el papel de los medios en la actual crisis económica. Su primer trabajo disponible, sobre los medios y la burbuja inmobiliaria irlandesa, muestra que los medios irlandeses, prensa escrita y televisión, se comportaron, casi sin excepciones, como auténticos animadores del boom del mercado inmobiliario; sólo mitigaron su entusiasmo cuando empezaron a caer los precios, a finales del 2007 y en 2008.

Por ejemplo. El Irish Times, principal periódico de Irlanda,  publicó más de 40.000 artículos sobre temas económicos entre el 2000 y el 2007, pero sólo setenta y ocho artículos versaron sobre la burbuja inmobiliaria, un 0,2 por ciento del total. “En otras palabras, cualquier artículo que pudiera ser crítico con la situación del mercado inmobiliario se perdió en un mar de información acrítica. Un historial muy pobre en relación con uno de los acontecimientos económicos más importantes de las últimas décadas en Irlanda,” escribe Mercille.

Apuesto una antigua libra irlandesa a que una investigación similar en España arroja resultados muy parecidos. Un resumen del trabajo: The Role of Media in Propping Up Ireland’s Housing Bubble.

 

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¿Y cuánto falta para el nuevo apocalipsis?

España va de apocalipsis en apocalipsis, según buena parte de su prensa. Va de uno a otro porque no acaba de cuajar ninguno.

Ya he perdido la cuenta de tantos trompetazos, pero recuerdo bien el apocalipsis del rescate, el rescate total, la intervención completa, que además tenía sus festejadores: ¡que vengan de fuera a gobernarnos porque nosotros, los españoles, no sabemos! Qué espectáculo penoso.

El rescate total no solo fue deseado por alguna tropa; también por los generales. Y ahí estaban los medios, sus altavoces, exigiendo al gallego que lo pidiera ya; que no esperase ni un minuto más; que cuanto antes. Porque si no, ay,  si no el apocalipsis estaba escrito.

Bueno,  pues no se pidió el rescate total, y no hubo catástrofe, sino todo lo contrario. ¿Y el apocalipsis de la prima de riesgo? Ahí la ven, más lozana que antes, y sin que nadie le preste atención a su mejoría. Evidentemente: No cuadra una prima de riesgo más baja con el nuevo escenario apocalíptico que tenemos.

A ver lo que dura este ambiente fin-del-mundo. Y hasta el siguiente. Uno de los problemas de este Gobierno es que no tiene instinto dramático.

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Irak y la dificultad de ‘exportar’ la democracia (En El Medio)

Por suerte, volver a reflexionar hoy sobre la guerra de Irak no requiere volver a los términos del debate de hace diez años. No está de más recordar alguna profecía incumplida, como la que predecía una tercera guerra mundial si EEUU y sus aliados derrocaban a Sadam. Pero éste y otros eran argumentos propagandísticos: de los que estaban contra la guerra de Irak porque estaban contra los Estados Unidos. Esa era toda su racionalidad y por eso no merece la pena revisitarlos.

Una década no es tiempo suficiente para pronunciar un veredicto final sobre el impacto de aquella guerra, pero sí lo es para apreciar mejor qué tenemos en los dos platillos de la balanza. Se puede, así, intentar valorar si los resultados positivos compensan el sacrificio que supuso en vidas de combatientes y civiles, y el coste en recursos económicos que hubo que dedicarle.

Naturalmente, esa no es una operación contable, y dependerá de cómo valoremos los distintos bienes e intereses en conflicto. (Seguir leyendo)

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Los monaguillos de la iglesia atea (En VLC News)

Los sucedáneos de la religión aparecen con cierta frecuencia. Lo fueron, por supuesto, las ideologías políticas totalitarias. Pero a veces surgen en la forma más inesperada. Así, en los albores del siglo XXI,  asistimos al brote de una confesión secular llamativamente paradójica. Resulta que su credo es el ateísmo. ¿Nos está diciendo que hay una religión atea?, preguntará el paciente lector. Bueno, yo tampoco daba crédito. (Seguir leyendo)

 

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La “terapia de choque”

Este fin de semana, se clamaba desde ciertas portadas por las terapias de choque para la economía (que también lo serían para la gente, a la que suelen olvidar los partidarios de los grandes remedios rápidos).

El Mundo era el más estentóreo: “Clamor contra Rajoy por subir impuestos sin reducir el Estado”. ¿Dónde estaba el clamor? Cinco o seis o doce expertos a los que se entrevista, dicho sea con el debido respeto por ellos,  no son un clamor.

Lo interesante del caso es que el titular, y el editorial acompañante, obviaban un dato que acababa de arrojar la Encuesta de Población Activa, precisamente en relación con el “tamaño” del Estado y, en concreto, con el número de sus empleados.

El dato es que el empleo público se vuelve a  reducir de forma significativa. La caída del empleo público es, de nuevo, superior a la que registra  el empleo en el sector privado. Las comunidades autónomas disponen ahora de un 10 por ciento de empleados menos que hace un año.

¿No es esto una “reducción” del Estado? Insuficiente, suficiente, eso se puede discutir. Ahora bien, hacer como que no existe es hacer trampas. Y El Mundo hacía una trampa aún más hiriente para la inteligencia de una persona informada. En su editorial clamoroso introducía un dato de la EPA, el único que le venía bien a su argumento: que las empresas públicas disponen ahora de 11.600 empleados más que en 2012. Cierto. Pero el periódico ocultaba que el empleo público, en total, ha disminuido. Bochornoso.

Así comenzaba la presentación del dato  en El País:

En el sector público no hay ningún atisbo de mejora en el empleo. Ni el Gobierno, que facilitó en la reforma laboral los expedientes de regulación de empleo para despedir al personal laboral de las Administraciones, lo pretende. El análisis del Ejecutivo partía de la premisa de que las deterioradas cuentas públicas no podían sostener a 3,2 millones de empleados públicos y se aplicó a la tarea de facilitar el recorte de plantillas. Los datos del primer trimestre de 2013 certifican que el ajuste continúa a un ritmo intenso: el sector público perdió 71.400 puestos de trabajo, y emplea ahora a menos de 2,85 millones de personas. Es la plantilla más corta desde principios de 2005.

Así en Libre Mercado:

La Encuesta de Población Activa (EPA) confirma la tendencia observada en el último año y medio. Así, si a cierre de 2012 el volumen de empleados públicos ya había retrocedido a niveles de 2007, cuando estalló la crisis financiera internacional, dicho descenso ha continuado en el primer trimestre de este año.

En concreto, España contaba con un total de 2.845.800 ocupados en la Administración Pública a finales del pasado marzo, 71.400 menos que en el trimestre precedente y casi 375.000 menos que en el tercer trimestre de 2011, cuando se alcanzó la cifra récord de 3,22 millones. De este modo, el empleo público retrocede a niveles de mediados de 2005, cuando se situó en 2,84 millones.

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“Ayuda a los bancos y no a las personas”

Dice la Colau, y dicen otros,  que España ayuda a los bancos y no a las personas.

Muy bien. Imaginemos que en España, Alemania, Holanda, Reino Unido, Estados Unidos y otros países que rescataron bancos no lo hubieran hecho. ¡Nada de ayudas!  Van y los dejan quebrar a todos. Insisto en todos:  el problema no era que un par de bancos  se hubieran llenado de porquería. El pringue era general. Vale, admitiré que alguno pudiera salvarse del derrumbe, aunque lo dudo.  Tendríamos en cualquier caso un número elevado de bancos quebrados y una impresionante cantidad de personas afectadas: no sólo los acreedores y los accionistas; también los depositantes. Por supuesto, quien tuviera un fondo de inversión lo perdería. Pero tenemos al depositante común; el de la cuenta corriente,  el del depósito a plazo. Serían muchos y sería, por tanto,  mucho dinero. ¿Quién lo iba a poner? ¿Los bancos quebrados? ¿El Fondo de Garantía? ¿El Estado? Yo me temo que en un escenario de quiebra generalizada todo el mundo perdería, por lo menos,  parte del dinero que tuviera en el banco. El gran perjudicado sería, además,  el depositante modesto, pues el  que tiene dinero de verdad lo habría movido a un lugar más seguro a la primera señal del seísmo.

Cierto, los contribuyentes hemos puesto dinero para rescatar a los bancos. Pero los bancos tendrán que devolverlo (algunos lo han devuelto ya, en países donde el rescate comenzó antes y con más empuje). Piénsese ahora en las consecuencias para la vida de las personas de la otra opción: quiebra generalizada,  gente haciendo cola para sacar su dinero del banco que se encuentra con que no se lo dan, pánico colectivo y, añadido a eso, empresas que por falta de financiación tendrían que cerrar.

La opción elegida por la mayoría de los Estados ha tenido, sin duda,  un coste alto. La alternativa, dadas las dimensiones de esta crisis bancaria, era sencillamente apocalíptica. Por usar los términos de Colau y otros: Al ayudar a los bancos, se ayudó a las personas.

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Por orden del gobierno de Franco

Entre el público, una chica se mostró dolida. El periodista Arcadi Espada estaba presentando a Franco como bueno.

Lo más terrible no es la visión en blanco y negro, en buenos y malos (malos que no pueden hacer nada bueno); eso yo lo veo natural, casi connatural a ciertas edades. Es mucho peor la incapacidad para comprender, la incapacidad para interpretar correctamente aquello que se lee o se escucha.

Los problemas de comprensión de texto  de nuestros escolares, que muestran las evaluaciones PISA,  no dejan de existir cuando esos escolares pasan a universitarios, y esos universitarios a profesionales y esos profesionales a lectores de periódicos.

El resumen de la velada:

Espada: “Sanz Briz salvó a miles de judíos siguiendo órdenes del gobierno de Franco”

“En el Museo del Holocausto de Budapest está Perlasca, no Briz”

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