El macguffin federal del PSOE

Los socialistas sorprendieron hace meses  con una propuesta de reforma federal de la Constitución. ¿Qué sentido tenía una reforma federal en un Estado que es prácticamente, en casi todo menos en el nombre,  una federación?  Eso preguntamos entonces. La respuesta apuntaba a que  la reforma federal del PSOE era un puro tacticismo destinado a darle cobertura  al PSC y, bueno, también a sí mismo.

Era un argumento de fuga para  eludir  la cuestión: ¿usted quiere que España sea un Estado o quiere que sea una coordinadora de estados soberanos?

El PSC era, como es natural,  el más acuciado por encontrar  un lugar en tierra de nadie, ni con los unos ni con los otros, entre el secesionismo y el no secesionismo, el cual  halló en “el derecho a decidir con permiso del Gobierno central” y  la ya citada  reforma federal.

Bien. El PSC, por boca de Pere Navarro, se ha pronunciado  contra una de las asimetrías más notorias del Estado actual: el concierto económico, el cupo fiscal, que rige el modo en que País Vasco y Navarro aportan a la Hacienda común, y que como han señalado algunos de quienes lo han estudiado (Mikel Buesa, por ejemplo), conduce, tal como está diseñado,  a que aporten menos de lo que deberían.

Sean cuales fueren las intenciones de Navarro al decir esto, su pronunciamiento está en línea con una idea federalista, por lo que debería haber sido apoyado por el PSOE de la reforma federal. Pero no ha sido así, en absoluto. El PSOE, rápidamente,  le ha parado los pies. ¿Y su apuesta federal? Ah. Tal vez están por el federalismo asimétrico. Esta es una variante  Animal Farm: todos los animales autonómicos son  iguales, sí, pero algunos son más iguales que otros.

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Y siguen sin leerse el programa del PP

Hacía días que no aparecía el bicho, pero hoy ha regresado. Helo aquí en el editorial de El Mundo:

Hoy se reúnen las cinco personas clave para revisar la política  económica del Gobierno y deberían ser más ambiciosas en esa reducción de los  impuestos. Aun así, da la impresión de que Mariano Rajoy y su equipo económico  han empezado a reaccionar por fin a las insistentes recomendaciones de la  Comisión Europea, de Draghi, de Aznar y de numerosos expertos, que consideran  que el aumento de la presión fiscal está asfixiando el crecimiento económico.

Pero es que, además, la bajada de los impuestos era un compromiso fundamental  en el programa electoral del PP, por lo que la rectificación del Gobierno sería  un acto de coherencia con lo prometido a sus votantes y con la filosofía  política que siempre ha defendido este partido.”

Esa frase en negritas no se compadece con la realidad del programa electoral del PP, como descubrió -no sin asombro- una servidora ( de ahí, un artículo al respecto)  y como cualquiera que lo lea puede comprobar. En cuanto a Draghi, bueno, el señor Draghi, con el debido respeto, es partidario de bajar impuestos los días impares, y es partidario de subidas de impuestos los días que forma parte de la troika. Este doble comportamiento también lo hemos investigado un poco.

En el asunto de los impuestos, cómo no, todos somos del Tea Party. Pero unos, me temo, con más motivo que otros. Mis motivos, como me acaba de confirmar la declaración dela renta,  son mucho menos motivadores, mucho menos acuciantes,  que los que tendrá un directivo o director, es decir, alguien que gana dinero, por decirlo coloquialmente.

Y es que por la ‘devaluación interna’ que estamos haciendo en España,  apenas nos roza a muchos la terrible subida impositiva del IRPF, que es la que genera tan feroz oposición.

Algunos datos del cálculo difundido en su día. Para solteros sin hijos: Con un sueldo bruto de 16.000 euros, la subida suponía pagar 53,85 euros más. Con un sueldo bruto de 20.000 euros, se pagaban 81,95 euros más. Con 30.000 de sueldo, se pagaban 248,88 euros más. Con 45.000, se pagaban 606,55 euros más.

Según cálculos de los técnicos de Hacienda difundidos entonces, el 85 por ciento de los trabajadores españoles ingresa sueldo inferiores a 33.000 euros.

Resumiendo: la batalla contra la subida del IRPF no es mi guerra. Y siguen sin leer.

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La otra vida de Luis Buñuel

Javier Rubio Navarro acaba de publicar ”La otra vida de Luis Buñuel. Un ensayo biográfico“. Nuestra enhorabuena.

El autor explica cómo se metió en el lío:

“ La otra vida de Luis Buñuel es un ensayo biográfico, una indagación sobre las dos vidas del mejor director de cine español, la que tuvo y la que contó. Empecé haciendo un sumario contra un mentiroso y acabó siendo un ensayo sobre la elaboración del relato autobiográfico de un personaje famoso y sobre la diferencia entre mentir y engañarse. Mentir implica voluntad de hacerlo y nos perturba, mientras que, en general, vivimos autoengañados sin saberlo. Según Robert Trivers (2011), desde un punto de vista evolutivo, el autoengaño podría ser un mecanismo psicológico adaptativo asociado con la supervivencia. Nos autoengañamos para mentir mejor, para que no se nos note cuando, con frecuencia, lo hacemos. Cuando empecé a escribir el libro no lo sabía.” (Seguir leyendo)

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Todos contra Elpidio (EN VLC News)

En los juzgados españoles se ventilan ahora mismo nueve causas contra otras tantas entidades financieras, en las que están imputados unos 90 directivos.  Habrá a quien le parezca poca cosa para la magnitud del desastre. Pero no está nada mal si se recuerda que muchos pensaban que todos se irían de rositas. En el sentir popular, por así llamarlo, se da por seguro que la gente importante logra salvarse  del banquillo y, desde luego, no va a la cárcel. (Seguir leyendo)

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The people contra el juez

La prensa, por generalizar un tanto, había alentado ese deseo siempre latente que expresa la voz:  ¡todos a la cárcel!.  Que no se salvara ni uno, al trullo con todos. Ese “todos”  era un combinado de gentes cuyo nexo común podría definirse por su relación (deshonesta) con el erario.  Cada día, la prensa, por generalizar un tanto, hacía la lista de  los del trinque y animaba a meterlos tras los barrotes. Prisión preventiva generalizada, era el mensaje más o menos unánime. Y no se apreciaban muchos finos análisis sobre la suficiencia de las pruebas, ni la magnitud de los riesgos, ni el respeto escrupuloso a las leyes procesales. De ahí que mucha gente, y yo misma, haya de estar sorprendida por la opinión publicada tras dictar un juez la prisión incondicional para Miguel Blesa. Ahora resulta que sí, que en ese caso hay que ser escrupulosos y sumamente respetuosos con los procedimientos antes de enviar a alguien a chirona;  y el juez se ha propasado, se ha columpiado, además es un demente, y ya se sabe, no lo decimos por favorecer a Blesa, sino por el peligro de que los  errores del juez acaben favoreciéndole. Cosas veredes. Para unos tanto y para otros tan poco.

(Por ejemplo, el editorial que dedica  El Mundo a ese asunto termina de este modo:  Todo lo dicho no prejuzga la inocencia de Blesa ni constituye un  alegato a su favor porque, como ya hemos insistido, su gestión parece lo  suficientemente turbia como para ser investigada a fondo por la Justicia. Pero  ello debe hacerse desde un escrupuloso respeto a las leyes procesales para  evitar precisamente que este juez se convierta en el salvador del ex banquero. )

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El ‘spoils system’

Mientras repasaba documentación para un artículo sobre las propuestas para una nueva ley de partidos, me he encontrado con este bonito episodio de la historia política norteamericana.   Al ganar las elecciones en 1828,  el presidente Andrew Jackson (Demócrata), llevó a la práctica la feliz idea de que el botín es del ganador (“to the victor go the spoils”), e instauró lo que ha pasado a la historia como el “spoils system”. Es decir, metió a su gente en los puestos de la Administración, al modo y manera que hacían aquí los dos partidos turnantes durante la Restauración, tras el correspondiente desalojo.

La curiosidad es que el servicio más afectado por aquel “colócanos a todos” fue el servicio de correos.  Correos era, entonces, el departamento con más empleados de la Administración federal, más que Defensa. Los de Jackson echaron en un año a varios cientos de jefes de correos, y según algunas fuentes, incluso a los carteros, para colocar a los suyos.

Así lo relataba varias décadas después Ch.E. Stangeland:

“Desde luego, esto no tenía nada que ver con los méritos de cada uno. Los puestos de responsabilidad, con grandes sueldos, eran asignados a hombres de confianza, con independencia de que fueran o no capaces de desempeñarlos. Este sistema era considerado como verdaderamente democrático, antiburocrático, y traía consigo una ‘rotación’ en los cargos y una distribución de los ‘chollos’ políticos entre la mayoría. Era acogido como una brillante idea democrática…”

Lo interesante es que fuera visto como una gran idea democrática. Lo cual me lleva a algunas grandes ideas para la democratización de los partidos que circulan estos días con el sello de ilustres personalidades.

Antes de aplaudirlas con entusiasmo, conviene echarles un segundo vistazo. Como hubiera convenido que los ilustres echaran un segundo vistazo a la legislación sobre partidos vigente, a fin de justificar con algún rigor que hace falta, como dicen,  una nueva. Y, ya puestos,  que presentaran algún estudio empírico sobre el funcionamiento interno de los partidos, para ver cómo de mal o regular se autorregulan realmente y justificar así la necesidad de legislar sobre si deben convocar los Congresos en los años impares o en los bisiestos. Las personalidades que hacen propuestas de cambios legislativos no deberían hablar de oídas.

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Un cuento chino (con moraleja) [En VLC News]

El grafiti y las pintadas pusieron, a veces, un toque divertido en alguna pared, pero hoy son una de las plagas más cargantes que padece el paisaje urbano. ¡Y cualquier otro! Nada se libra del pintarrajeo, ni los monumentos más admirados. Que se lo digan al faraón Amenofis III. Sobre un bajorrelieve de su templo en Luxor, un adolescente chino garrapateó el trascendental mensaje “Din Jinhao estuvo aquí”,  y puso en un brete a los restauradores. Por suerte, pudieron borrarla, pero la obrita de Din quedó colgada en Internet y desencadenó, en su país, una tremenda campaña en su contra. (Seguir leyendo)

 

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