El comisario europeo y la locuacidad española

Joaquín Almunia es uno de los ocho vicepresidentes de la Comisión Europea. Hago notar que son ocho: se trata de un cargo bien repartido.  En los últimos tiempos, Almunia  se ha hecho notar con sus frecuentes declaraciones y conferencias en España que versan, casi exclusivamente,  sobre España.  Normal, se dirá. Pues no tanto.  Un miembro de la Comisión Europea entiende, como es natural, de asuntos europeos.  Los asuntos europeos son en parte asuntos españoles, pero sólo en parte. Sin embargo, Almunia no habla de otros asuntos que de los españoles. Búsquense, por ejemplo, declaraciones suyas sobre Italia. Lo primero que nos da en el buscador Almunia+Italia son noticias de un restaurante italiano llamado La Almunia de doña Godina.  Yo no digo que no deba de hablar sobre España, pero sí que debería diversificarse un poco,  ofrecer una visión de conjunto.  El PP ha manifestado con escasa elegancia  su malestar por la locuacidad española del comisario. Es una lástima que el PP recurra a los malos modales, porque en el fondo tiene razón. No es apropiado que un comisario europeo se comporte como un comisario español. Menos aún como el español del estereotipo:  un tipo que se va de la lengua.

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Hegelianas

(ABC, domingo 24 de junio de 2012)

Hay que mirar a ver si España aún vive o se ha muerto ya de vieja y de autolesionada. No vaya a ser que los mejores programas de regeneración estén condenados al fracaso por incomparecencia del ser. O que, aun perviviendo en sí y para sí, en su obstinación, nadie le esté procurando al enfermo más que consejas arbitristas y veneno en frasco de vitaminas.

El arbitrismo nacional, de larga tradición, perdura encanallado en el clásico “lo que yo te diga”, en las asambleas indignadas y sus cuatro puntos y su mano alzada, en tanto especialista como confunde el mundo todo con su campo de conocimiento (cientifistas, economicistas, psicologistas…), en el estruendo de un millón de golpetazos sobre la barra del bar: “¡Esto lo arreglaba yo en veinticuatro horas!”

Y luego están, más finos y tan nocivos como los necios de arriba, los envenenadores, los de la cura de cianuro, los secesionistas entusiasmados con nuestra agonía, los nacionalistas periféricos zalameros instalados en el Palace que sólo conocen los juegos de suma cero: si tú ganas algo, es que yo lo pierdo, y viceversa.

Con gran soltura, los nacionalistas catalanes han abandonado definitivamente la razón nuclear e histórica del catalanismo político: el liderazgo español. He ahí a Artur Mas en el MIT, contando lo poco españoles que somos los catalanes, lo caro y fatigoso que nos resulta seguir siéndolo, etc.

Sin embozo procede a la salvación simbólica de ETA (¡por sus fines!) el nacionalismo vasco, a cuyo relato, espacio semántico y designios inconstitucionales se han rendido el Tribunal Constitucional y el Partido Socialista, valga la redundancia.

En su columna del viernes, Ignacio Ruiz-Quintano observó aquí que el lehendakari ha oído campanas hegelianas y no sabe dónde. Viene a cuento de la chorrada de “hacer legal lo real”, frasecita que ya nos va indicando la deriva intelectual y moral de la izquierda patria (es un decir), y que sólo impresionará a quien consiga no pensar. Verá, López, el asesinato de menores tras prolongado abuso sexual es real; hágalo legal.

Millares de políticos, con y sin toga, demuestran a diario que todo lo real es racional y que todo lo racional es real, que es por donde iba la cita del de Wurtemberg. Así la consejera de Justicia catalana, a la que veo en la edición autóctona de El Debate de la 1. Instada a mojarse sobre la independencia de Cataluña, la consejera se muestra muy abierta. Sostiene que si algo no cabe en la ley, esa ley tendrá que adaptarse a lo que desee la sociedad. Y no pasa nada. El caso es de lo más instructivo porque la consejera, Doña Pilar Fernández Bozal, entre cuyos apellidos acaba de aparecer una catalanizante “i”, redactó hace menos de tres años, siendo abogada jefa del Estado en Cataluña, dos recursos contra la famosa consulta independentista organizada en Arenys de Munt. La campaña había sido apoyada por Artur Mas, que votó a favor de la secesión “a título personal” en una de las muchas consultas que siguieron la estela de Arenys. En aquel tiempo, doña Pilar veía peligrar “la estabilidad política y social de España”. Así decía: “Estimamos que plantear una consulta popular en términos que afectan a la integridad territorial del Estado y a la soberanía nacional sí que es una cuestión que atañe al interés general, generando un perjuicio para la estabilidad social y política.”

¿Estamos ante la misma persona, o ante otra jurista con el mismo nombre? No hay misterio, también la cosa de López se sigue llamando PSE, como en tiempos de Redondo Terreros. Siendo real tanto desdoro, será que es racional.

JC Girauta

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Sentencia

Los partidarios de relegalizar a Batasuna planteaban este curioso dilema: 0 premiamos que rechacen  el asesinato o volverán a asesinar. 

Rubalcaba casi vuelve a explicitarlo hoy: la sentencia ”favorecerá que  ETA desaparezca”. Sin legalización, ya se sabe. No hay ni que decirlo.

Las otras grandes ventajas de la legalización que he podido escuchar en las últimas horas por boca de distintos portavoces políticos favorables:

-La izquierda abertzale ya no podrá hacerse la víctima. 

-Ahora es cuando se le podrá exigir que se desmarque como es debido de ETA.

-Lo real, por fin, es legal.*

*Esta muletilla que ha adoptado Patxi López,  es hija bastarda de una de Adolfo Suárez en tiempos de la Transición: hacer legal lo que en España ya es real.

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¿Información?

¿Qué había sucedido en la reunión del G20 en relación al rescate financiero para España? Estaba intrigada, dada la imposibilidad de obtener, ayer, alguna explicación convincente. Unos por tratar de ridiculizar a Rajoy a toda costa (y si ése no era el primordial objetivo del diario El País al enviar a Los Cabos, México, a dos periodistas, han malgastado el dinero);  otros por querer montar un ring con el presidente español y la canciller alemana en plan kickboxing, los grandes periódicos no estaban a la altura del calificativo.

De modo que, como en los viejos tiempos, he tenido que recurrir a la prensa extranjera a ver si allí sonaba la flauta. Bien. En el Wall Street Journal, y en portada, se hallaba esto  que ya parecía algo desde su primer párrafo: “La pésima reacción de los mercados al anuncio de que la eurozona bombeará 100.000 millones de euros en los bancos españoles débiles [...] está provocando  un replanteamiento del mecanismo del rescate [...]. ”

Voilá. La diferencia, en la prensa, entre excitar sentimientos y proporcionar información.

***

Me ha intrigado hoy cómo saben los periódicos que la prima de riesgo ha bajado a causa  de los rumores de un megarrescate para Italia y España. ¿No habíamos quedado en que los anuncios de rescate significaban que los “agraciados” estaban en las últimas, que además verían incrementada su deuda, que todo ello aumentaba el riesgo de insolvencia y que por fuerza tenía que resentirse la prima de riesgo? ¿O estamos hablando o rumoreando otra cosa distinta a un rescate auténtico y fetén, propiamente dicho? En fin, aclárese el que pueda, si quiere y tal, que yo tengo un compromiso con unas alcachofas.

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“Herding” en la prensa

A la vista de tantas portadas, por ejemplo, en un día como hoy (todas con “el respiro” griego) y de tantos “datos”  que se difunden ampliamente   sin mayores comprobaciones (por ejemplo, un “informe” que cifra en  450.000 los políticos existentes en España,  e incluye hasta al apuntador), creo que merecería la pena estudiar cómo se produce en los medios un fenómeno similar al  “herding”. 

Herding o “efecto manada” en los mercados financieros: cuando los inversores ignoran su propia información y su propio criterio y actúan sólo siguiendo a otros inversores o el consenso del mercado.

En 1990,  los economistas del MIT, David Scharfstein y Jeremy Stein publicaron el artículo “Herd Behavior and Investment” (Comportamiento gregario e inversión). Stein explicaba así la lógica de aquel comportamiento:  ”La idea subyacente es que si usted hace alguna tontería pero todos los demás están haciendo la misma tontería al mismo tiempo, la gente no pensará de usted que es un idiota y no será perjudicial para su reputación.”

Nada nuevo bajo el sol. Cualquier persona humana (de las otras, no sé) habrá hecho alguna vez la triste comprobación de que era mejor equivocarse con los demás que acertar en solitario.

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