Morir de seriedad

Nuevo caso que corrobora la incorrección política del humor. Un anuncio en el que aparecía el futbolista Pepe Reina ante unos tipos disfrazados de tribu africana, acaba de ser objeto de las iras de una ong británica que lo considera racista. A mí el anuncio simplemente me parecía tonto, pero con gracia. Me sorprende que no lo tachen también de homófobo. Y es muy tonto que el anunciante haya decidido retirarlo. El día en que me enteré de que nuestros entrañables Conguitos eran asquerosamente ”racistas” supe que la civilización estaba en peligro de morir de seriedad.

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Me reprocha, con su aprecio habitual, la lectora Corday un aspecto de mi columna. Escribe:  ”En esta ocasión creo que al repasar su columna no ha reparado en una disonancia con su clara línea de pensamiento, en el siguiente párrafo: < Si desean buscar la “verdad histórica”, es muy legítimo, pero tampoco vayan a los juzgados, que eso corresponde al Estado a través de otros organismos.>
Como seguidora habitual tengo la seguridad de que, si no ha cambiado mucho de opinión, no cree en absoluto que la legítima búsqueda de la verdad histórica sea incumbencia del estado.”

Así dicho, no.  Pero yo glosaba la sentencia del Supremo y en ella se afirma lo siguiente (p.10):

“La búsqueda de la verdad es una pretensión tan legítima como necesaria. Corresponde al Estado a través de otros organismos y debe contar con el concurso de todas las disciplinas y profesiones, especialmente a los historiadores. Pero no corresponde al juez de instrucción, cuya función aparece definida en la ley procesal con un objeto de indagación que se va concretando en el devenir procesal y ve limitado su ejercicio por las normas que rigen el proceso penal y el derecho penal sustantivo. Es preciso un hecho con apariencia de delito y un posible imputado vivo.”

Creo que no recogí del todo mal el razonamiento del Supremo. Aunque no podía explicar, en ese breve espacio, el desarrollo: es decir, que el Supremo se está refiriendo a “juicios de la verdad”, o también ”comisiones de la verdad” como las que se pusieron en pie en algunos países para averiguar hechos abusivos, represivos, etcétera, sucedidos bajo regímenes dictatoriales.

Aquí el razonamiento más completito (p. 9):

“Sin embargo, desde las denuncias, y quizás también desde la instrucción, no se perseguía exactamente la incoación de un proceso penal dirigido a depurar responsabilidad penal contra las personas determinadas, o susceptibles de ser determinadas en la instrucción judicial, por hechos que revisten apariencia de delito. Mas bien, se pretendía mediante la demanda de tutela judicial la satisfacción del derecho a saber las circunstancias en las que el familiar respectivo falleció, en la manera en que se han desarrollado estos denominados juicios de la verdad en otras latitudes. Esa pretensión de las víctimas, aunque razonable, no puede ser dispensada por el sistema penal, pues no es el medio que el legislador ha dispuesto para atender esas legítimas pretensiones.

Como hemos señalado, el proceso penal tiene una misión específica: hacer recaer un reproche social y jurídico sobre quien resulte responsable de de un delito. El derecho a conocer la verdad histórica no forma parte del proceso penal y solo tangencialmente puede ser satisfecho. (…)”

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Iñaki Arteta, 1980 docu

Iñaki Arteta es un extraordinario director de cine que ha realizado los mejores documentales sobre las consecuencias del terrorismo, es decir, sobre el terrorismo, de ETA. “Trece entre mil” (2005) y “El infierno vasco” (2008), en especial.

El nuevo proyecto de Arteta es “1980″: un documental sobre los hechos terroristas sucedidos durante el año de mayor actividad criminal de ETA, abordados desde los recuerdos y opiniones de varios periodistas, un pensador,  una víctima y un policía.

Frente a la tentación actual de pasar página rapidito, “1980″ se propone repasar un año convulso en el que ETA perpetró casi cien asesinatos, cientos de explosiones, decenas de intentos fallidos de atentado, decenas de secuestros y centenares de actos terroristas, en lo que fue  todo un reto para la joven democracia y una prueba moral para los ciudadanos.

La buena noticia era ésa; ahora vienen las malas: no hay dinero. No hay dinero para un proyecto cinematográfico como ése (para otros sí, es notorio),  de modo que Arteta y su productora Leize han recurrido a la financiación colectiva (crowdfunding). Hace falta reunir  40.000 euros mínimo en tres meses para que el proyecto eche a andar.  Ahora mismo hay 19.702 euros en la hucha. Quienes contribuyan con algún eurillo figurarán en los títulos de crédito de la película y algo más (ver página web ).  Dada la probada calidad del cine de Arteta, además del asunto que se propone tratar, creo que no queda otra que rascarse el bolsillo y dar algo… ya mismo.

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EL MODELO ZULÚ

Algo ha llovido desde que nuestras elites domésticas se proponían hacer de Cataluña el nuevo Silicon Valley de Europa. Recuérdese cuando íbamos a reproducir el ambiente de febril creatividad empresarial de la Ruta 66 por la vía de expatriar al Poblenou a unas decenas de probos funcionarios del Ayuntamiento que aún deben vegetar por allí acumulando trienios (Seguir leyendo)

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Wikileaks, epílogo

El martes leí un gran artículo de Bill Keller, que dirigía el New York Times cuando  publicaron allí las filtraciones de Wikileaks. Me lo hubiera perdido (estaba en una página par), de no ser por el aviso de una columna del señor Espada (“Una astilla en la hoguera”) sobre la pieza.

Tras disfrutar lo de Keller, se me plantearon dos preguntas. Una, sobre el motivo de que el té adquiera siempre  tan mal sabor en los aviones (estaba en uno y el té era correcto, en teoría). Otra, sobre la paradoja con la que remataba su artículo el periodista americano: “Esta es la paradoja que, hasta ahora,  los documentales han pasado por alto: el legado más tangible de la campaña de WikiLeaks para lograr más transparencia es que el Gobierno de Estados Unidos se ha vuelto más hermético que nunca”.

¡Pero si no hay paradoja! El resultado que buscaba  Assange con las filtraciones era exactamente ése: un mayor hermetismo del Gobierno de Estados Unidos. El objetivo de la transparencia, en la visión conspirativa del fundador de Wikileaks, es provocar una restricción de la información que maneja un gobierno  y lastrar, así,  su capacidad para actuar eficazmente.

Cuando escribí sobre Assange encontré  útiles referencias en Crovitz, del Wall Street Journal, que comprobé en  los  textos del farsante que citaba (prácticamente decía lo mismo en ambos).

Aquí, unos párrafos del WSJ:

In 2006, Mr. Assange wrote a pair of essays, “State and Terrorist Conspiracies” and “Conspiracy as Governance.” He sees the U.S. as an authoritarian conspiracy. “To radically shift regime behavior we must think clearly and boldly for if we have learned anything, it is that regimes do not want to be changed,” he writes. “Conspiracies take information about the world in which they operate,” he writes, and “pass it around the conspirators and then act on the result.”

His central plan is that leaks will restrict the flow of information among officials—”conspirators” in his view—making government less effective. Or, as Mr. Assange puts it, “We can marginalize a conspiracy’s ability to act by decreasing total conspiratorial power until it is no longer able to understand, and hence respond effectively to its environment. . . An authoritarian conspiracy that cannot think efficiently cannot act to preserve itself.”

Or as Mr. Assange told Time magazine last week, “It is not our goal to achieve a more transparent society; it’s our goal to achieve a more just society.” If leaks cause U.S. officials to “lock down internally and to balkanize,” they will “cease to be as efficient as they were.”

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Todos al suelo que viene Barrionuevo

Mi amigo Paco Martínez me llama para completar la columna sobre los porrazos.  Los que participaron en las manifestaciones en Valencia creen que sufrieron “la mayor actuación policial en democracia” o algo parecido, y él no está dispuesto a concederles ese puesto en el ránking. Como estudiante universitario en Madrid,  en 1987, tiene un recuerdo nítido de las intervenciones policiales contra  alumnos de Universidad y Enseñanza Media que protestaban en las calles aquel año. En una de ellas,  la policía usó armas de fuego e hirió de un balazo a una estudiante de 14 años (¡una menor!).  

Aquí una breve reseña del material utilizado por los antidisturbios del ministerio del Interior que ocupaba José Barrionuevo (PSOE), cuya mano dura con las manifas estudiantiles produjo la consigna que va de título. Encontrarán en esas noticias que presidía el gobierno Felipe González, el ministro de Educación era José María Maravall y su secretario de Estado, un tal Pérez Rubalcaba.

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Por seguir con la hemeroteca, pero más reciente, tampoco se pueden olvidar estas declaraciones de Esteban González Pons (PP) lamentando la intervención de la policía contra los “indignados” de Valencia (y Barcelona) en junio del pasado año. En Onda Cero. Si es que…

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