De nuestro siglo XIX

“Lo que había ocurrido entre 1808 y 1840 era, pues, formidable: España, que era una nación, que había sido -como vimos- incluso el arquetipo de la nación moderna desde principios del XVI, se había quedado sin Estado.”

Juan Pablo Fusi, España. La evolución de la identidad nacional (Temas de Hoy, 2000)

26 comentarios

Pudo ser un día como ayer

109 comentarios

La ponferradina

El alcalde de Ponferrada, y con él sus concejales, ha preferido el bastón al partido. Y cómo no entenderle. De haber escogido al partido, sabe que ya nunca más podría ser alcalde.  Porque si alguien en el partido pagase el pato de esta movida, sería él; de eso no le  podía caber  duda.

Ser alcalde del pueblo, piensa este Samuel, mola mucho más que ser mindundi del PSOE en el ayuntamiento. Más vale bastón en mano que ciento volando, reflexionó con terrenal sentido el ponferradino, que puesto a elegir entre don Quijote y Sancho, se queda con el segundo y su ínsula Barataria. Por otro lado, si en el PSOE hubo en su momento una rebelión de los mindundis (Florentino Portero dixit) que llegó, ahí es nada, a hacerse con los puestos más altos -tan altos como la secretaría general y la presidencia del Gobierno- a ver por qué no va a perseguir su hora de gloria el mindundi de Ponferrada.

Fue mala suerte, se estarán diciendo en las cumbres Rubalcabianas y Valencianas. Y algo de eso hay. De no haber coincidido la moción de censura pactada con  el condenado por acoso sexual, con el Día de la Mujer, es posible que la operación hubiera pasado desapercibida. A alguien -alguienes, si uno da crédito al relato de este asunto- le falló el sentido de la oportunidad, tan importante en política (y en la vida real), y que no es lo mismo que el oportunismo;  los graduados en oportunismo pierden con frecuencia el sentido de la oportunidad.

***

De interés histórico-costumbrista-futbolístico: la Ponferradina (Sociedad Deportiva) se fundó en 1922 y, por carencia de recursos, decidió construir el campo de fútbol nada menos que dentro de la fortaleza de los Templarios. La profanación se detuvo por un decreto de Alfonso XIII que lo declaró Monumento Nacional, que si no…

68 comentarios

¡Qué pesadez con el caudillito!

Ayer tuve que pasar páginas y páginas de periódico para encontrar algo de interés; es decir,  cualquier cosa menos las noticias, los retratos, los legados y los pronósticos tras la muerte de Hugo Chávez. ¡Ni que hubiera sido Stalin! Hay una falta de proporción evidente, me parece a mí, entre lo que fue aquel sargento y lo que parece que fue si uno mira la prensa. Es como si lo que él creía de sí mismo -que era alguien en el Hall of Fame  revolucionario,  con  Bolívar, Castro, o quien fuera-  se lo hubieran creído hasta sus contrarios. Y no tanto sus contrarios políticos, sino sus contrarios mediáticos. Entre todos le están haciendo el traje del mito. Lo peor es que hoy no me va a quedar otra que escribir de esta tontería.

A pesar de todo lo cual, merece mucho la pena leer a Enrique Krauze: Un amanecer distinto para Venezuela.

***

Adenda:

Otro artículo extraordinario sobre el asunto: Elógienlo los esclavos, de Xavier Reyes-Matheus.

92 comentarios

Neocons vs. cons

Continúo la pequeña historia sobre cómo  Irving Kristol, a la sazón coeditor de la revista Encounter, rechazó el ensayo de Michael Oakeshott “La actitud conservadora”.

Eso sucedió en 1956, y Kristol lo evocaba en 1995: “La verdad es que, a pesar de que admiré inmensamente el ensayo, realmente no me gustaba. Que es otra forma de decir que no estaba de acuerdo con él. ”

El primer gran desacuerdo del americano con la visión del conservadurismo  del británico era su carácter ”irremediablemente secular”. Kristol, un conservador judío, no lo era: “es imposible que una persona religiosa tenga la clase de actitudes hacia el pasado y el futuro que encomia la disposición conservadora de Oakeshott”.  Y también: “La sociedad conservadora ideal de Oakeshott es una sociedad sin religión, porque toda religión nos vincula tanto al pasado y al futuro como al presente”.

El segundo desacuerdo de Kristol estaba relacionado con lo que, por simplificar,  llamaré el patriotismo americano, y la que a su juicio era principal divergencia entre el conservadurismo americano  y el británico o europeo. Según Kristol, “el conservadurismo en América es un movimiento, un movimiento popular, no una facción interna de un partido político”. (De hecho, Kristol había defendido antes el “nuevo populismo” conservador americano, que definía como una reacción del sentido común popular a la revolución en política social, hecha-desde-arriba, que se venía desarrollando desde los años 60).

Es notorio que la visión de Oakeshott es “secular”, y que ello refleja también una diferencia entre Estados Unidos y Europa. Por cierto, Benedicto XVI tiene una reflexión interesante sobre los orígenes de esa diferencia, en “Sin raíces. Europa. Relativismo. Cristianismo. Islam”.  Esa diferencia significa también, en mi opinión,  que en Europa una política no secular, una política en la que la religión sea una referencia explícita, no es ya posible.  Pero lo interesante no es tanto eso, sino otra cosa: los neoconservadores apreciaron la religión también como sustento de valores y conductas necesarias para mantener la sociedad.

Aunque su respuesta -la religión- no me parece válida para Europa, creo que llevan razón al señalar el problema: sin un nexo común,  una cultura comúnmente aceptada, no es posible ese gobierno-árbitro de Oakeshott. Un gobierno se puede limitar a ser custodio de las reglas generales de conducta, cuando esas reglas cuentan ya con una aceptación general, cuando forman parte de la cultura política de la sociedad, de su tradición.

No considero en absoluto a Oakeshott como un liberal en el sentido que ha adquirido el término entre nosotros. Pero creo que ahí, al igual que algunos liberales, que cifran la solución en dejar funcionar sin trabas el mercado, da por sentado una cultura homogénea, un tejido social que comparte determinados valores, y que hacen innecesario que un gobierno incentive unos y desincentive otros. Pero ya no tenemos sociedades culturalmente homogéneas.

Por eso y por otras cosas,  estoy más con John Gray en que “la tarea de la política gubernamental conservadora consiste en cuidar la cultura y las instituciones que actúan de matriz del individualismo a fin de garantizar que el modo de vida individualista no diezme hasta tal punto el capital moral y cultural de dicha matriz que acabe por convertirse (como temía Schumpeter) en un episodio con una fecha de caducidad autoimpuesta”. (De “Una predisposición conservadora, 1991).

 

56 comentarios