Un político profesional, y Pere Navarro lo es, no suelta la bombita de la abdicación, y menos cuando la suelta, por azar y puro situacionismo. A mí, naturalmente, no me escandaliza que se pida la abdicación del Rey, y yo misma estoy por pedirla, aunque me parece el menor de los asuntos que tenemos; pero yo no soy la secretaria general de un partido socialista. La abdicación del Rey pedida por el dirigente del PSC es un McGuffin clásico. Es, en realidad, una bombita fétida para Rubalcaba, que le cayó justo cuando iba a pronunciar, en el gran debate, su discurso talegón (ver “Izquierdosis”, A. Espada).
El PSC quiere su hecho diferencial como los nacionalistas el suyo, y hasta quiere poner ese hecho a dirigir el PSOE. El PSC, que fue determinante en la elección de Zapatero, ya no se contenta con dirigir el partido por persona interpuesta; acaricia la oportunidad de colocar a la suya. Cuenta con el apoyo implícito de una derecha que tiene a Rubalcaba por el diablo cojuelo y ve con buenos ojos a Chacón. ¡Chacón! La heredera natural y sentimental. Hay que estar en la luna. Entre ella y Rubalcaba, yo prefiero sin duda a Rubalcaba, como Rajoy.
Pere Navarro lo ha puesto a huevo para que se le recuerde que su partido abdicó hace mucho tiempo de lo que debería ser un partido socialista: el muro de contención, el freno, la oposición al nacionalismo. Lo tenía todo: los trabajadores (españolistas) y enfrente, la burguesía (catalanista). Pero, como hemos dicho tantas veces, fue la izquierda española, y el PSOE como su principal partido, quien dio títulos extra de legitimidad al nacionalismo (de derechas).
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Empieza Doña Cristina
El jefe de la oposición cree que hay un país pendiente de Bárcenas, y así dicho: “Un país”, me temo que exagera mucho.
Yo creo que quiso decir El País.

