“En su Carta a los teólogos, el papa Celestino VI – a quien se le puede hacer un único reproche: el de no haber existido jamás – exhortaba a los cultores de la ciencia de Dios a una renovación de la dogmática”. (Giovanni Papini, El Diablo)

 Cada español, un rey. El modelo malayo.

…la austeridad.

En el diario El Mundo, aparecía hoy un amplio estudio sobre el currículo de los diputados, firmado por Luis Angel Sanz, que nos dibuja la siguiente caricatura: hombre (64%), abogado (35%), 50 años de edad, profesional de la política (80%).

Los abogados en política están criando -de nuevo- mala fama. Se publicaban estos días diatribas contra el gobierno alemán: una pandilla de abogados que no tienen n.p. idea de economía y no conocen el mercado.

Yo no voy a echar leña a ese fuego. Ni siquiera al otro, el que quemaría a los profesionales de la política. Vamos a ver, yo no quiero aficionados. Otra cosa, y lamentable,  es que no tengan más profesión u oficio que la política. Lo que sí tienen (casi el 80%) es una carrera universitaria.

Para adornar el retrato creo apropiada una reflexión que se atribuye a Jean Jaurés,  socialista francés que fue asesinado por un nacionalista -francés- en vísperas de la Primera Guerra Mundial: “Tienen más en común dos parlamentarios, uno de los cuales es socialista que dos socialistas uno de los cuales es parlamentario”.

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Merienda-cena:

Adiós al pensamiento mágico

De los estertores acaso finales de la Unión Europa uno esperaría esa grandeza estética siempre tan cara a la decadencia. Que al modo de un Scott Fitzgerald redivivo, Mercozy nos hablase con la autoridad que da el fracaso. Pero ni siquiera ese consuelo digamos plástico nos será dado. Al contrario, aquel viejo sueño de Jean Monnet va a desvanecerse en medio de una vulgar reyerta de tenderos (seguir leyendo)