Leo en una Tribuna de Joaquín Estefanía en El País, que Rajoy se inspira en Milton y Rose Friedman. ¿Será posible? ¿Habrá cambiado el presidente la lectura del “Marca” por “Libertad de elegir”? De acuerdo, no son excluyentes, pero la hipótesis de Estefanía despierta mi curiosidad… durante quince segundos, aproximadamente. Los que se tarda en leer:
“Milton Friedman y su esposa Rose, economistas que tanto gustan a algunos de los que mucho han aplaudido la reforma laboral del PP, publicaron en la primera parte de los años ochenta un librito titulado La tiranía del ‘statu quo’ (editorial Ariel). La idea fuerza que se mantenía en él era que un Gobierno ejecuta la parte más importante de lo que de verdad pretende (no lo que figura en su programa electoral) en los tres, seis o como mucho nueve primeros meses de su mandato, pues luego se impone la tiranía del statu quo (…) Mariano Rajoy ha aprendido pronto la lección del máximo representante de la Escuela de Chicago (últimamente editado en España por la Faes) y está tendiendo a concentrar su acción política en los primeros andares de su legislatura.”
Me temo que a un político no le hace falta leer a Friedman para entender que al principio del mandato, un gobierno tiene su capital político prácticamente intacto y puede adoptar medidas que más adelante tendrán mayor coste. (A pesar de lo cual, la tendencia del común de los gobiernos es aplazar las “medidas impopulares”). Pero bajando a la concreta y delicada situación de España, hacerlo con urgencia era obligado, una vez visto, aqui y allá, el resultado de dilatar y trampear los ajustes y las reformas.
En realidad, el gran ejemplo contemporáneo de concentración de la actividad política y legislativa en los “primeros andares” del mandato es el presidente Franklin Delano Roosevelt: sus cien días. Los famosos cien días, que aquí han derivado meramente en sinónimo de ”período de gracia”. (De paso, en una pieza de Arthur Schlesinger: “La técnica del New Deal fue improvisación y experimentación”). Es decir, Rajoy sigue el ritmo de Roosevelt. No creo que la comparación sea del gusto del señor Estefanía.