Ayer daba con un artículo sobre el bicentenario que me había perdido. Lo firmaba un antiguo profesor mío en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Complutense, autor de dos conocidas obras: una biografía de Lerroux y un ensayo sobre la idea de España en el XIX. Sus apuntes sobre el proceso 1808-1814 resultan de interés, en especial, la idea de que la nueva cultura política que surgió llevaba un ingrediente populista romántico ( ”Era el pueblo el que se había sublevado, abandonado por sus élites dirigentes. Lo que importaba era el alma del pueblo, el instinto del pueblo, la fuerza y la furia populares, frente a la racionalidad, frente a las normas y las instituciones.”).
Dicho ingrediente, en conjunción con el debilitamiento/hundimiento del Estado, y en cualquier caso, su ineficacia, dará pie - al fenómeno nuevo que será la tradición insurreccional. ”Ante una situación política que un sector de la población no reconociera como legítima, antes de 1808 no se sabía bien cómo responder, pero sí a partir de esa fecha: había que echarse al monte. Nació así la tradición juntista y guerrillera, mantenida viva a lo largo de los repetidos levantamientos y guerras civiles del XIX.” (Y aún podíamos seguir en ella, metafóricamente, claro).
Es de lamentar, sin embargo, que Álvarez Junco concluyera la pieza de esta manera:
“Ahora, que celebramos el bicentenario de aquella Constitución, es el momento de conmemorar aquel primer intento de establecer la libertad en España, en lugar de dedicarnos a exaltar la nación. Entonces era el momento de hacerlo, ya que se inauguraba una era dominada por los Estados nacionales. Pero ahora, doscientos años después, estamos ya en el momento posnacional.” (Las negritas son nuestras)
Espero que el profesor dedique, al menos, un ensayo a sustentar que nos encontramos, en este principio del siglo XXI y en este mundo mundial, en un “momento posnacional”. Dudo que lo pueda hacer. Es una tesis difícilmente sostenible. Las naciones, es decir, los estados, siguen siendo determinantes por más que exista alguna organización transnacional a la que se la haya cedido una parte de la soberanía. Y el nacionalismo es una fuerza esencial en los acontecimientos que se desarrollan antes nosotros (y no estoy pensando en nuestros pequeños nacionalistas, sino, por ejemplo, en Rusia o en China). Pero sería interesante -y de algún modo, prueba de honradez intelectual- que el ponente del “momento posnacional” les explicara el asunto a nuestros pequeños nacionalistas. Sigamos esperando.