No vaya a ser que Cataluña se jodiera, precisamente, mientras nos emocionábamos tanto con aquellas canciones. ¿Quién las recuerda? Todo se ha puesto bronco y estrecho. Somos capaces de simular que las jeremiadas de Bono o las teorías conspirativas de Roca tienen algún interés. ¿Cómo era aquello de Joan Olivé que cantaba Ramon Muntaner? “Destruirem un món estúpid i sense ànima…”
Hay vida inteligente
Domingo
Cinco horas en barco, siesta en cubierta y amigos. A los veinte minutos mis ondas cerebrales ya habían pasado al estado alfa. Siempre he sabido que el mar era el olvido. Al regresar a casa cometo el error de hojear los diarios acumulados y casi me cargo la paz alcanzada. No porque repare en noticias especialmente escabrosas, sino por la conciencia súbita y cruda de una atonía general que se nos está contagiando por momentos. No sé cuándo se jodió Perú; tampoco recuerdo claramente cuándo se jodió Cataluña. ¿Dónde situarlo? ¿Hace dos décadas largas? ¿Tres? Ese discurso circular, esa castración intelectual voluntaria, ese relajar las exigencias, rebajar los argumentos y alejar las responsabilidades. Surcando las olas, no sé por qué, han acudido a mi memoria canciones dormidas que ahora me persiguen y avergüenzan. Quizá nunca valimos nada.
Lunes
Ciertas declaraciones del señor Bono, demagogo con gracejo que se pone estupendo un par de veces al año, vienen a coincidir con el hartazgo nacional a cuenta de la cosa autonómica. Las vacas flacas provocan, entre otros efectos deletéreos, proclamas tan sonoras como huecas –a izquierda, a derecha y por el centro–, que quedarán en nada. Hace tiempo que el Título VIII de la Constitución no da más de sí. El Partido Único Catalanista quiso reformar la Carta Magna desde el Parque de la Ciudadela. Les pareció a todos, tan prudentes como siempre, que se podía dar un salto cualitativo sin consensuarlo con el PP. Conviene recordarlo ahora, cuando en CiU reprochan no sé qué ruptura del consenso constitucional a los que representando al 80 % de los españoles han reformado un articulillo por la escrupulosa vía del 167. Pajas y vigas, vigas y pajas.
Martes
Y por ahí ha trinado Miquel Roca, padre de la Constitución con visiones. Quién mejor que él para quejarse en nombre de Cataluña, término con el que suelen auto designarse los partidos nacionalistas, poniéndose la realidad sociológica, la ley y el voto ciudadano por montera. Nos advierte el padrecito de una gran conspiración urdida por las dos grandes formaciones, para llamar acto seguido a la unidad de los partidos catalanes. Esto ya es de bostezo, perdonen un segundo. Gracias, sigo. Conoce el lector la Neolengua tan bien como yo, así que no me haga consignar por enésima vez que “partidos catalanes” significa no contar con el PP. Ni con Ciudadanos, claro. Al PSC lo siguen incluyendo porque, como es sabido, las cosas que atañen a España las vota en el Congreso “a contracor”. Pobrecillos, cómo ha de doler.
Miércoles
He contado en la tele el marraneo de la CAM, que no será escándalo hasta mañana. Pero es botón de muestra. Lo de las cajas y les caixes ha sido un suma y sigue de chanchullos, gestión politizada, enriquecimiento injusto y merienda de negros. Pesebre de todos los incapaces con carné, orgía de amiguetes, retiro de gañanes pasados por la moqueta ministerial. Con el rescate de la CAM se pagaba la deuda sanitaria. Con el de CCM salía Grecia ahora mismo del atolladero, y le sobraban mil millones. Las cajas de ahorros, tan cantadas por su supuesta adhesión al territorio, su proximidad al cliente y su papel social, representan, en realidad, lo peor de una época de latrocinio, rapacería y malversación. Su politización obscena es una de las causas de la ruina actual.
Jueves
Al PSC le siguen saliendo candidatos a gestionar la nada que se le ha venido encima. En cuanto a Nadal, líder interino y nominal, ha tenido uno de esos enfrentamientos con el presidente Mas que tanto distraen al personal, reeditando por unos segundos aquel viejo relato de Obiols contra Pujol. Pompa de jabón que, como tal, desaparece en cosa de segundos. Yo dedico la mañana a presentar un acto de los ingenieros de Telecomunicaciones y la tarde a grabar un debate televisivo que se emitirá de madrugada. Mientras tanto, por lo que me cuentan, el Parlamento catalán ofrece un espectáculo poco edificante al caer la presidenta de la cámara en las añagazas de unos filibusteros con escaño. Desmintiendo de nuevo su fama de juicioso, Artur Mas bromea con el acento de los niños andaluces y gallegos.
Viernes
No, esto no es política. Ni mucho menos. Esto no merece llevar el nombre de aquel anhelo que, según el clásico, sólo dejaría inalterada el alma de los idiotas. La política noble se está haciendo hoy al margen de la fiesta inoportuna y molesta del PUC, que es como Hernández y Fernández multiplicados por mil: “¡Yo aún diría más…!” Los espíritus libres no pueden por menos de desconectarse del gran aparato retórico, propagandístico, plano y cansino del lado público. Como ese almuerzo que celebramos hoy en Casa Paloma ocho disidentes de nosotros mismos. Espero que Maruja Torres, en la mesa contigua, haya oído con claridad nuestros brindis por Margaret Thatcher. La inteligencia está bien repartida: brinda el de Ara con el de Libertad Digital. Brinda el republicano con el monárquico. Brinda el independentista con el más recio defensor de España. Ocho catalanes. Y Margaret Thatcher.
(Ni un día sin línea, El Mundo de Catalunya, sábado 1 de octubre de 2011)
