La dictadura de los tenderos

A veces todo un país gira en torno a las fantasías de un elegido. A veces esta patología social dura décadas y sobrevive al gran hacedor. A veces se solidifica y suplanta la realidad para siempre jamás. Si eso sucede, habrá que irse de aquí. Madrid no es un mal sitio, ahora que se ha instaurado la libertad de horarios comerciales. La única que les faltaba. Hay lugares afortunados.

La dictadura de los tenderos

Domingo
No entiendo, aunque pueda comprenderlo, que tantas vidas únicas e intransferibles opten por colocar la nación en el centro del universo y malgasten los años –que no vuelven– orbitando hipnotizados, alienados, en torno a las fantasmagorías de un banquero fracasado, o de cualquier otro ectoplasma vomitado por un médium. Puedo comprenderlo, digo, porque quizá no tengan nada mejor que hacer, y el vacío horroriza. Pero no lo entenderé jamás. Así que el seguimiento de la penúltima ofensa de un Duran o de la antepenúltima bomba verbal de un López Tena me apetece tanto como organizar una carrera de caracoles. No, en realidad me apetece menos. Hay una película maravillosa, El árbol de la vida, que ha acabado de avergonzarme por tantas palabras dedicadas a proclamar lo evidente. Basta. Esto es una cosa para terapeutas.

Lunes
Veo una foto del socialista Jordi Pedret, y está más o menos igual que cuando lo conocí a principios de los años ochenta, en las sórdidas reuniones de la agrupación del Ensanche del PSC. Lo recuerdo como un hombre bien preparado. Mayor que yo, había estudiado, si no recuerdo mal, en mis añorados Jesuitas de la calle Caspe. La foto refleja el peso de veinticinco años en el Congreso de los Diputados. Ahora lo dejan fuera de las listas, expuesto a los fríos vientos de la competencia. Yo quisiera preguntarle a Pedret (sin acritud, que diría Felipe) si ha valido la pena. Muy seriamente. Saber si se siente partícipe, al menos, de algo importante. Corren los campos en las ventanillas del AVE a Madrid, y vuelven a correr de vuelta del viaje relámpago. Madrid es un barrio de Barcelona, y viceversa. Y aquí dale que te pego con la sugestión colectiva de las fronteritas mentales.

Martes
Una cosa es vigilar, intervenir e inspeccionar la gestión de la cosa pública en previsión de mangoneos, y otra muy distinta ponerle la lupa todos los días del año a las remuneraciones legales y establecidas de los representantes públicos. En ello está gran parte de la prensa. Se va a hacer muy difícil ser político, salvo que el coste de oportunidad sea cero. Es decir, salvo que la alternativa sea el paro. Los buenos gestores, los verdaderos expertos en finanzas, en derecho o en lo que fuere, ¿cómo van a optar por la política, con tanta lupa indignada, cuando los sueldos son sensiblemente inferiores a su valor de mercado, a sus merecimientos y a lo que ya están ganando? De ahí que el “gobierno de los mejores” de Artur Mas no pudiera serlo y que le dieran calabazas repetidamente para los cargos decisivos.

Miércoles
En un debate sobre la conveniencia o no de acabar con los puentes, colocando los festivos en lunes (propuesta de una patronal), defiendo en la radio la más absoluta libertad de horarios comerciales, su potencial para generar riqueza y empleo. Denuncio la insostenible dictadura de los tenderos, empeñados en impedir que yo me compre un libro a las tres de la mañana o una camisa el domingo por la tarde. Como cada 12 de octubre, hay que joderse con la cantinela de la España genocida: oh, qué emocionante solidaridad de los independentistas catalanes con los indios de varios siglos atrás. Pregúntense por qué los indígenas del Alto Perú, por ejemplo, se pusieron del lado del rey frente a los emancipadores; es decir, por qué preferían España a los españoles renegados. Que alguien les cuente que el indigenismo moderno se lo inventaron unos maoístas en la Sorbona.

Jueves
Se me escapa una exclamación (¡Bravo!) al ver la portada del diario con el primer café. La dictadura de los tenderos se ha acabado en Madrid. Qué ciudad afortunada. Gracias a previas medidas liberalizadoras, Esperanza Aguirre ya estaba viendo crecer el empleo en sectores comerciales que lo pierden en el resto del país. Ahora va a por todas, o a por casi todas: por debajo de los 750 metros cuadrados, los establecimientos comerciales pueden abrir cuando les dé la gana. Durante demasiado tiempo se ha olvidado que la libertad consiste, también, en este tipo de cosas. Ojalá se generalice, aunque lo veo negro en esta nuestra tierra de excepción. No espero nada del partido de los botiguers, instigadores de reglamentismos, prohibiciones y papeleos kafkianos. Libertad, ¿para qué? Como diría Lenin.

Viernes
Antes de irme a Onda Cero a comentar lo de Madrid, veo en el diario que a mi querida Carmen Leal la expulsaron anteayer de una iglesia barcelonesa por llevar una bandera española. Se inventaron una orden inexistente del obispo. ¡No habré acudido yo de niño a misas campestres con banderas catalanas! ¡No habré oído yo sermones confundiendo a Dios con la Tierra, a la Tierra con la tierra y a ésta con la nación catalana! No habré conocido yo curas que no creían en Dios pero sí en Cataluña. Vamos, anda. A Pujol le salió el primer ectoplasma nacionalista leyendo a un cura de Vic, el mismo poseso que antes de morir iba justificando la lucha armada. Poniéndonos serios, tampoco la Cataluña de verdad, la histórica, se entiende sin la fe. A España toda le ocurre lo mismo.

(Ni un día sin línea, El Mundo de Catalunya, sábado 15 de octubre de 2011)

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Tristes presagios de lo que ha de acontecer

“Tenemos un mismo mensaje en toda España” (M.Rajoy Brey))

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Lotería y libros

Hay días que una no está para nada. Creo que mis únicas salidas están   en la Lotería, a la que nunca juego, y en los libros, por los que siempre he apostado. A este respecto, quiero agradecer dos  que me han sido enviados por sus autores.  Se trata de “Mitos del pensamiento dominante. Paz, Democracia y Razón”, de José Manuel Otero Novas. Y  “Desde Santurce a Bizancio. El poder nacionalizador de las palabras”, de Jesús Laínz. Este último tendré el gusto de presentarlo en el Club Faro de Vigo, el miércoles, 16 de noviembre.

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Y los panes de cada día:

De maíz

De trigo

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La voz del pueblo

Que se haya de pedir respeto al público del desfile del 12 de octubre, revela hasta qué punto ha llegado la semejanza entre la izquierda y la derecha. Corrijo: entre cierta izquierda -la que abuchea el himno nacional por ser el himno nacional- y cierta derecha -la que abuchea el himno nacional por ser Zapatero el presidente-. 

Por supuesto, ambos grupos están sinceramente convencidos de que cada uno de ellos tiene toda las razones del mundo para hacer lo que hace. Y, claro,  ninguna el otro.

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Aún así:

Un patriotismo (no nacionalista) es posible

 

 

 

 

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Lisenko vive

A estas alturas del cataclismo sistémico,  premiar con el Nobel de Economía  a un par de fulanos que todavía andan vendiendo por ahí esa burra ciega, ¡la teoría  de las expectativas  racionales! Es como darle el de Biología a Lisenko, aquel gran discípulo stalinista de Lamarck  y sus disparates sobre la herencia de los caracteres adquiridos
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Imprescindible

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