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Creo que ayer en Vigo, en un mitin, Rajoy pronunció las siguientes palabras: “Y le vamos a decir a Europa y al mundo que España es un país serio, fiable, que cumple sus compromisos, y aunque durante unos años haya habido un Gobierno que no ha estado a la altura, somos una gran nación y no nos gusta que nos den órdenes”.

La verdad es que estaba esperando algo así desde hace unos días, cuando recordé lo mal que llevaba Rajoy que los medios de comunicacion ejercieran su papel de criticones: “a mí nadie me dice lo que tengo que hacer”. Bueno, va.

A la prensa se la puede mandar a paseo, pero a los socios de la eurozona de ninguna manera. Cuando uno pertenece a un club cuyos miembros disponen de una moneda común, me parecen fuera de lugar expresiones como la de Rajoy. Hablar de órdenes, en fin. No vayamos a hacer ahora la caricatura de los alemanes cuando allí están haciendo (los medios populistas) la de los españoles. Al pertenecer al euroclub, uno contrae ciertas obligaciones, renuncia a capacidad de decisión unilateral y ha de saber que las decisiones que tome afectan a todos los demás. Plántese cara a las propuestas de Alemania y Francia, si se quiere, pero dejemos los juegos patrioteros para otro momento.

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Hablando de clubs. Esta tarde en al Club Faro de Vigo, a las 20:00 horas, tendré el gusto de presentar a Jesús Laínz, que trae su último libro, “Desde Santurce a Bizancio”.

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Heterodoxias

Acabo de escribir sobre lo de Pombo. Sobre cómo le han corregido desde el partido por pronunciar la palabra prohibida: copago. Yo entiendo y admito que un partido, en un caso así, declare que su candidato expresaba una opinión personal que el partido no comparte y no incluye en su  programa. Pero afirmar, como  ha hecho UPyD,  que “Álvaro Pombo comete el error de llamar ‘copago’ a racionalizar el gasto farmaceútico y combatir la hiperprescripción en pensionistas”, equivale a tomar por tontos a los que hayan escuchado a Pombo y, desde luego, a dejar por tonto a Pombo. La anécdota ilustra sobre los motivos por los que finalmente en nuestros partidos sólo aguantan los apparatchiks.    

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El candidato Rubalcaba ha comenzado en Betanzos una tourné de micromítines. En concreto, en el mesón Los Arcos, que ha ganado el campeonato de España de tortilla de patatas. La tortilla de Betanzos tiene una merecida  fama. De niños se nos llevaba allí con la intención de que probarámos aquel manjar, pero la infancia es reacia al huevo poco hecho -secreto de la tortilla de Betanzos- y, en general, a los manjares. De manera que comían los adultos y los niños, hacíamos como que. Ahora llegará la microtortilla.

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Observo, por la tv,  la edad de los asistentes a los mitines. No de los que ponen detrás de los candidatos para hacer como que, pues esos siempre son jóvenes. Los partidos sólo creen en la juventud, pero hablan para la vejez.  Creo que el público más viejo de todos es el que asiste a los actos de IU. La clásica reunión de  viejos camaradas.

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Por si se lo han perdido 

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Fe de erratas para Pombo

“El estudio de la economía no tiene por objeto la adquisición de un conjunto de respuestas preparadas para resolver los problemas económicos, sino aprender a no dejarse engañar por los economistas”.  (Joan Robinson,  economista – de los grandes–)

José García Domínguez (ABC-Cataluña, 13 de noviembre de 2011)

Con la preceptiva satisfacción acuso recibo de que Josep Lluís Carod Rovira ha logrado obtener un puesto de trabajo como catedrático súbito, o algo así, en la Universidad Pompeu Fabra. Empleo que habría conseguido merced a la labor asistencial de la Obra Social de La Caixa. Pues, según leo en los papeles, la UPF ha resultado agraciada con 150.000 euros anuales con los que sufragar las enseñanzas – y la nómina – de Carod. Un magisterio que, contra lo que parecería aconsejar el sentido común, no se desarrollará en la Facultad de Turismo, sino en una incierta “Cátedra de Diversidad Social”. Al respecto, entre los cometidos que ahí habrá de afrontar el ex líder de ERC figura “el intercambio de experiencias y el impulso de las buenas prácticas en la protección de la diversidad”. Importante empeño académico para el que la experiencia adquirida en el paso por la Vicepresidencia de la Generalidad habrá de resultarle preciosa, a decir de sus nuevos empleadores. No ha trascendido, sin embargo, si entre el material didáctico  de la flamante Cátedra figurará cierta carta a “La Vanguardia” que en su día firmaron el ciudadano Pere Sabala y su esposa, Laia Boada .“Estábamos almorzando en una cafetería  y, de repente, una voz grave nos deseó un buen día. Era Carod-Rovira”, comenzaba. Luego, efectuado el saludo, el entonces vicepresidente se dirigió a la camarera, al parecer de un obvio origen sudamericano, y le preguntó en catalán si debía pedir en la barra o si, por el contrario, podía sentarse a la espera de que tomasen nota del pedido. Confundida, la inmigrante no le respondió, en un gesto evidente de no entender el catalán. “En ese instante el señor Carod le ha dejado caer un cínico, alto y claro ‘parlez-vous français?’, pregunta que la mujer tampoco ha contestado. No tenemos palabras para explicar la vergüenza que hemos sentido en ese momento como barceloneses, como catalanes y, sobre todo, como personas”, refería, abochornada, la pareja. El “catedrático”, por cierto, nada replicó