Tamanaco

Aparece el nombre en un papel, perdido en una carpeta. Lo puse en algún momento para no olvidar cómo se llamaba una cafetería de Vigo, hace tiempo desaparecida. Qué mejor lugar para recordarlo que ponerlo aquí. Tamanaco estaba en las Galerías Durán, las que se hicieron entre la calle del Príncipe y la de Velázquez Moreno. Las galerías existen. En su momento, quizá a finales de los 60, puede que antes, eran el epítome de la modernidad comercial en la ciudad. Pues allí, en un rincón, estaba Tamanaco. Era la cafetería de los jóvenes  -para mí “los mayores”- modernos. Nunca entré. Sólo los veía. Me intrigaban. Quizá los envidiaba. Tamanaco. Era un nombre mágico y exótico. Como las vidas de aquellos jóvenes mayores que se congregaban allí, ya tan lejanos e indiferentes a los que veníamos detrás y queríamos ser como ellos, sin saber cómo eran ellos.

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La guerra cansa

Desde el 29 de abril se habla de la segunda vuelta del 26 de mayo. Se lo oí primero a Feijóo, después a otros, también a muchos periodistas. Hasta es posible que lo leyera -o algo parecido- en la carta al votante que ha enviado el PP, pero no voy a rescatarla ahora del cubo de la basura, donde convive con el resto de cartas al ciudadanos votante.

La idea de la segunda vuelta también merece el cubo. No es segunda vuelta en sentido estricto, pero en el otro sentido es la vuelta que sale por la culata. Por animar a la tropa a votar por “la derecha” le están dando a “la izquierda” la posibilidad de engrandecer el triunfo del día siguiente. ¿No era mejor deslindar, poner unas elecciones bien lejos conceptualmente de las otras, ya que estaban tan cerca en la fecha? Y estando tan cerca, es  más probable que haya efecto arrastre a que se utilicen como contrapeso.

El efecto arrastre puede que sea más pasivo que activo.  El electorado de “la derecha” está listo para caer más en la abstención. A fin de cuentas, a parte de ese electorado se le ha mareado y confundido estos meses con mensajes contradictorios sobre el voto útil y el inútil, con el 1+1+1 al Senado, y decenas de cosas por el estilo. Se le ha provocado un ciclo de excitación, que luego, cuando se pierde, es fácil que se vuelva depresión.

Cansa permanecer “movilizado”, dispuesto para “la guerra”, que es el plan en el que estamos en la política española desde la moción de censura, por lo menos.

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En un artículo en El País (Ludopatía política), Enrique Gil Calvo dice:

El electoralismo es una perversión de la democracia representativa que implica la inversión de los fines por los medios. No se trata de ganar elecciones para gobernar sino de gobernar (o hacer política) para ganar elecciones.

Eso está pasando aquí. El belicismo del juego electoral, en las dosis actuales, cansa a cualquiera.

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Estas son las posiciones…

…tomen las suyas.

Todo para el pueblo (aparentemente):

Ganó la izquierda: que gobierne

Pero (realmente) sin el pueblo:

Un fantasma recorre el mundo 

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La síntesis la pone este comentario al artículo de Arcadi Espada en El Mundo:

job1950

Haría falta un tratado de muchas páginas para dialogar con uno de los artículos más sutiles y profundos que he leído en mucho tiempo, y leo de todos los periódicos a diario. Apoyo la tesis fundamental de Espada: en la democracia el pueblo trae el caos, porque alguien ha de encender el motor, y son los dirigentes políticos quienes tienen que procurar el orden a partir de aquel. Pero también apoyo la de Cristina Losada: el votante tiene una responsabilidad, y un acuerdo PSOE-CS la pondría en el limbo. Que haya un nuevo gobierno Frankenstein es una forma válida aquí y ahora de que los políticos pongan orden en el caos de los votantes del pueblo.

 

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Con Pablo, sí

Volvemos para hablar del Gobierno. Después de la larga e imperdonable ausencia. Hoy nuestro guía y gurú es Pablo Iglesias Turrión.

En El País, escribe:

El Banco Santander (accionista de varios medios de comunicación) y la CEOE se han apresurado a presionar a Sánchez para que llegue a un acuerdo con Ciudadanos. Esa posibilidad, tras las elecciones autonómicas y municipales, no es descartable (Sánchez ya llegó a un acuerdo de legislatura con ellos en 2016) pero podría frustrarse si Rivera opta definitivamente por liderar una derecha parlamentaria dura o si la militancia del PSOE, que es de izquierdas, hace valer su peso (“Con Rivera, no”).

En este contexto, como ya han adelantado algunos dirigentes socialistas, Pedro Sánchez deseará un Gobierno de partido único que le permita contentar a los poderes económicos y a la CEOE y que le asegure contar con apoyos mediáticos amplios, incluido el de algunos medios supuestamente progresistas.

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Mientras la militancia socialista, la buena gente de izquierdas, grita “¡Con Rivera, no!”, el Banco de Santander susurra “Con Iglesias, no”.

Cómo no comprarle la mercancía.

Por otro camino, yo llego al mismo sitio: que gobierne la izquierda. Sin cataplasmas. Sin anestesia. Con indulto. Y con un buen ministerio de Plurinacionalidad para Pablo. Sí.

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Higiene democrática

El video:

https://twitter.com/christinalosada/status/1031520595056504838?s=19

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